Es muy común el dicho popular de que “nadie nace sabiendo ser padre” así que lo más frecuente es que los padres se encuentren en una encrucijada en muchos momentos en la vida y sobretodo en donde no saben qué decisión tomar respecto a la educación de los hijos.
Los padres siempre desean lo mejor para sus hijos, sin embargo, no siempre resulta que se toma la mejor decisión. Al ver el resultado de una decisión suya que no se vio favorable para los hijos, surge la desesperanza y la culpa por haber actuado de manera poco benéfica al interés del hijo.
En otras ocasiones se culpabiliza a los hijos de cómo actúan como resultado de la educación. Como si el resultado fuera diferente de lo que se deseaba en un principio. La razón de esto, no es que los hijos “hayan salido mal” y se desviaron del camino que originalmente sus padres habían pensado para ellos, sino que aquí entran diversos factores.
Lo que se les enseña a los hijos, es lo que se aprendió de los padres. Es decir, no se puede educar a los hijos conforme a un modelo de educación que los padres nunca recibieron.
En cada individuo existe un patrón de conducta aprendido desde su propia infancia, que se sigue ejecutando de manera inconsciente y por desfortunio es que, aunque no quieran repetir “los mismos errores” que sus padres cometieron con ellos, caen sin remedio en las trampas que inconscientemente se colocaron para repetir los mismos patrones.
La simple razón de esto se puede describir con un ejemplo muy ilustrativo. Si los padres saben leer, podrán enseñarle a los hijos leer. Pero si ellos no aprendieron a leer, no podrán enseñarles esto a sus hijos, por la sencilla razón de que no cuentan con esta herramienta. De manera, que por mucho que se añore criar, educar y ofrecerles lo mejor a los hijos, no podrán brindar algo con lo que no cuentan.
Si los padres no les enseñaron a quererse, respetarse, cuidarse, tomar las mejores decisiones, tampoco se lo podrán transmitir a sus hijos. No se les puede ofrecer una mejor calidad de vida de la que ellos mismos tienen.
Los recursos psicológicos necesarios para tener una sólida autoestima, conocer el valor propio, poner distancia o limites en las relaciones interpersonales, necesarias para gozar de un círculo social sano, no caer en malas amistades, escoger bien la carrera, escoger bien la pareja, etc. Entre muchos otros, son recursos que necesita cualquier persona para funcionar de una manera óptima, consigo misma y con todo su entorno.
La orientación psicológica para padres consiste en darles las herramientas necesarias para no interferir con el desarrollo sano de sus hijos. Ya sea en trabajo conjunto con el profesional, por separado o tomando la decisión de iniciar un proceso terapéutico individual o para los hijos.
Una psicoterapia individual le ayudaría muchísimo tanto al padre o madre, como a los hijos a conocerse a sí mismos, lo cual les ayudara a entenderse mutuamente, respetarse y no interferir con la felicidad del otro. Dar libertad de un crecimiento mutuo sano y promover el amor y unión familiar.
Por: OPP México