(jóvenes, adolescentes, adultos y adultos mayores)
En el proceso terapéutico es necesario aprender a querernos, respetarnos, a darnos nuestro lugar. Así como poner a las personas y todo a nuestro alrededor en el orden que les corresponda.
De esta manera, todo el entorno responde de la misma forma, dándonos el amor, espacio, lugar y respeto que nos merecemos.
¿Cuándo acudir a terapia? Es una pregunta frecuente, a la que usualmente se responde enumerando una serie de malestares como son la depresión, ansiedad, miedos o fobias, adicciones, problemas sociales, laborales, de pareja, familiares, estrés, trastornos del sueño, cualquier tipo de crisis, inseguridad, autoestima, modificación de la conducta, dependencia emocional, orientación acerca de la educación de los hijos, orientación profesional o de cualquier otra índole; obsesiones, compulsiones, trastornos del humor y/o del estado de ánimo, trastornos de la personalidad, trastornos de alimentación y muchos otros problemas psicológicos o físicos de origen psicológico.
No obstante, la respuesta es aún más sencilla, cualquier situación o sentimiento recurrente no agradable, requiere de atención.
Si la atención y recursos empleados en la resolución de cualquier cosa que genera malestar no son suficientes, por lo que el malestar sigue presente, es recomendable acudir a psicoterapia.
La psicoterapia es un proceso, es decir, es necesario acudir a cierto número de sesiones para llegar a producir un cambio.
Las terapias convencionales no pueden asegurar un cambio positivo o resolución de algún problema en particular en pocas sesiones porque no es posible cambiar todo lo que incomoda o impide la funcionalidad plena, por lo deseable de un momento a otro.
Una vida satisfactoria depende en su mayoría de conductas o hábitos. Si las conductas llevan a resultados insatisfactorios, es necesario cambiarlas por otras que sean más funcionales.
De acuerdo con lo anterior, lo importante de iniciar un proceso terapéutico, es comprometerse a él y tener la disposición de aceptar el precio del bienestar. La constancia, paciencia y el trabajo personal, nunca serán un precio muy elevado si existe el compromiso con la salud propia.
Una vez cumplidos los requisitos anteriores, el bienestar comienza a percibirse en todas las áreas de la vida.
Empiezan a tomarse buenas decisiones, las relaciones personales mejoran visiblemente, el malestar inicial se siente diluido, se ve pequeño en comparación a todo lo positivo y completamente manejable hasta que desaparece en su totalidad. Se asoma la felicidad...
La plenitud, el bienestar y por ende la felicidad que todos buscan pero pocos encuentran, pareciera que llega sola después de un tiempo trabajando en terapia; Pareciera que se creó por sí sola pero no es así, es el resultado directo de un trabajo dedicado que en algún punto, dejó de sentirse como el difícil principio.
La felicidad de abrir unos nuevos ojos que nunca han visto, hasta ese entonces, es tan grande que usualmente no se le reconoce como el resultado de un trabajo personal, pero así es.
El último paso es lograr acostumbrarse al bienestar, lo cual es otra tarea importante.
Por: Katerina Ganibegović